No es raro ver que la gente se organiza para hacer boicot a determinadas marcas. A lo largo de mi vida he visto proponer boicot a empresas por mensajes inadecuados para algunos, por quejas con respecto a sus productos, boicots a productos de ciertos países por posiciones políticas, propuestas de boicots a, por ejemplo, Juegos Olímpicos realizados en países con dudoso comportamiento en cuanto a derechos humanos. El boicot ha sido una propuesta de protesta y un intento de presión enarbolado por quienes no tienen otro modo de ejercer presión sobre alguien más poderoso.
Así lo había visto hasta ahora. Pero en este mundo todo está cambiando.
En estos días, mientras la Pandemia del corona virus sigue amenazando a buena parte del planeta y los primeros países afectados empiezan a establecer diferentes grados de “desconfinamiento”, varias marcas empezaron a proponer hacer un boicot a Facebook por desacuerdo con su manejo de los mensajes de odio. Poco a poco empezó a tomar fuerza el mensaje en redes, y marcas interesantes en cuanto a proyección, pero pequeñas, como North Face o Patagonia se fueron sumando al movimiento. Y es interesante cómo en mi Timeline de publicista iba poco a poco apareciendo el tema. Primero esporádicamente, un post aquí, otro por allá. Un link a una nota. Y luego empieza a subir la frecuencia y la temperatura del tema. Y en unos días se convierte en un tsunami de opiniones. Nunca va a dejar de maravillarme ese proceso. En horas ha empezado a suceder algo muy interesante: ayer Unilever se sumó al boicot. También lo ha hecho Verizon, Honda y Hershey. Y pocas horas después Coca Cola anuncia que congelará la inversión en redes al menos un mes.
Como en película de Rocky, de pronto junto a las pequeñas marcas protestando se paran las marcas más relevantes del planeta y eso cambia por completo cómo venía el encuentro. El ruso recibe un puñetazo en la quijada y el resultado de la pelea (y de la película) se tambalea. Esto sí es repercusión porque estas sí son marcas de peso y con una inversión enorme.
En cuestión de horas, las acciones de Facebook cayeron un 8,3%, perdiendo la empresa US$56.000 millones en valor de mercado y la presión sobre Mark Zuckerberg aumenta enormemente.
Es un tema complicado este del control de los mensajes por parte de las plataformas de redes. Si bien es cierto que Facebook y Twitter son solo la mesa sobre la que las personas exponen a la vista del mundo sus mensajes y no deberían decidir sobre lo que la gente comparte, también es cierto que se han convertido en plataformas peligrosas al amplificar mensajes de odio, han sido el vehículo que ha producido suicidios por bullying, han influenciado con información tendenciosa elecciones y amenazan ya el orden mundial por su capacidad de influencia. Así que hasta dónde y cómo se regulan es todo un problema amplio y complicado, pero también urgente.
Este capítulo está en su apogeo y veremos cómo se va desarrollando, pero espero que sí genere un importante autoexámen en Facebook y su manejo de los mensajes. Y tal vez no es esta la idea que persiguen las marcas que se están sumando al boicot, pero no es posible que mensajes de odio claros y abiertos, informaciones falsas e intentos de estafa corran por Facebook e instagram sin control alguno, incluso cuando han sido denunciados expresamente y sin embargo en un Instagram, por ejemplo, sean implacablemente censuradores al aparecer una sombra de pezón en el borde de una blusa.
La fijación en Instagram contra el desnudo, hasta en pinturas clásicas es incluso ridículo y contrasta enormemente con la ambigüedad de FB para ponerle freno a los mensajes de odio QUE SÍ HACEN UN DAÑO ENORME.
De manera que, a nivel personal, espero que Facebook aproveche el momento para reconsiderar sus políticas absurdas y entienda que para el planeta y todos los que lo habitamos, los desnudos y los pezones son naturales y buenos y bellos en muchos casos y del odio, en cambio, debemos prescindir SIEMPRE.