La segunda cosa más fotografiada por las personas en Instagram es la comida: desayunos, almuerzos, cenas, meriendas, el cafecito preparado por un barista, el brunch perfectamente distribuido hasta por colores en la mesa. Y no es poco común ver como la gente arregla la «escena» en la mesa, mueve objetos, busca el mejor ángulo para tomar esa foto que va a compartir con sus amigos (y desconocidos), a veces como una manía…casi una patología. Bueno, muchos lo hemos hecho, y que lance la primera piedra el que no se haya sentido al menos tentado a hacerlo.
Compañías como Chili’s han sentido la presión y la necesidad de refinar la estética de sus platillos, no solo para que el comensal que se sienta en la mesa los encuentre más apetitosos, sino para que las fotos de esos platillos resulten más atractiva cuando son compartidas en redes sociales. Desde mucho antes que existiera Twitter, Instagram, Facebook, la recomendación personal, la sugerencia de un amigo, era mucho más valorada que un comercial en TV (el 80% de las personas confía en las recomendaciones de amigos, contra un 30% de los que confían en publicidad tradicional). Una imagen o un comentario compartido en redes sociales llega ahora a muchas más personas que lo que solía ser tu «círculo de confianza», que se extiende 2, 3, 4, 10 veces más hasta alcanzar incluso a los ejecutivos de las empresas dueñas de los restaurantes, por citar solo el ejemplo de ese mercado.
…el 80% de las personas confía en las recomendaciones de amigos, contra un 30% de los que confían en publicidad tradicional…
«Hoy tomamos mucho más en cuenta la forma en como servimos los platos», dice Wyman Roberts, CEO de la empresa que es dueña de Chili’s, Brinker International. Personalmente conozco esa empresa desde principios del 2000, cuando me quejé de un mal momento que pasé en uno de sus restaurantes en el blog CaracasCafé, (un gastroblog que comenzó a publicar en 1997, cuando aún no existían las redes sociales como las conocemos hoy). Me escribieron, me invitaron a conversar, me mostraron toda la operación en uno de sus restaurantes más emblemáticos, y hasta me hice amigo del Director para Venezuela, Robert Barany y su esposa. Pasé, de haber tenido una mala experiencia en el lugar por una situación puntual, a que se convirtiera en uno de mis lugares favoritos en Caracas en esa época, todo gracias a la atención oportuna a un comentario en un sitio web.
Las cadenas de restaurantes están muy conscientes de cómo pueden atacar crisis antes de que aparezcan, y mejor aun, evitar que aparezcan dando una atención esmerada en el lugar y en las redes sociales, usando además estos canales como parte de su estrategia de mercadeo. En Chili’s ahora colocan las papas fritas en unos pequeños recipientes de acero inoxidable, las hamburguesas las sitúan de forma que se vean más altas en el plato, y el pan que te sirven, además de seleccionarlo por su calidad, también buscan que se vea bien. Como decía Charles Rennie Macintosh, «si es hermoso, probablemente esté bien diseñado». No aplica para todo, ni aplica siempre, pero probablemente vas a preferir un platillo bien presentado a uno que no lo esté. Probablemente irás a un sitio que haya sido promocionado por un amigo, mucho más si es con una bonita foto (que termine siendo real, si no, entramos en el terreno de perder la credibilidad).
Chili’s hoy busca a un publico que ellos llaman «the new school», no son necesariamente millenials, pero son personas con pensamiento vanguardista. «La comida es la segunda cosa más fotografiada luego de usted mismo», dice Roberts, mientras se despide soñando con selfies de gente comiendo sus platillos.