La película “Más dura será la caída” de Jeymes Samuel, combina el Western tradicional con un argumento de salvaje venganza. Pero la producción, equilibra ambas líneas narrativas en una historia brillante, frenética e imparable. La que es quizás la gran sorpresa de Netflix para este mes, es un film que recuerda las bondades del cine enfocado en el puro entretenimiento.
Más dura será la caída de Jeymes Samuel (que dirige, escribe y musicaliza la película con el seudónimo The Bullitts) es una producción inclasificable. Por un lado, es un Western que rinde un poco disimulado homenaje a Sergio Leone e incluso a Clint Eastwood. Uno que, además, recorre los mejores códigos del gran género norteamericano y lo actualiza con buen gusto. Samuel, dota a su película de un aire amplio, monumental y casi épico, con grandes paisajes y atardeceres luminosos. También, con una intrigante tensión interna que resulta poderosa por el considerable interés que despierta.
Pero esta también, es una película concebida para el cine de puro entretenimiento y esa, es una de sus grandes ventajas. Más dura será la caída es una mirada burlona a los códigos del Western que logra el doble propósito de ser homenaje y sátira retorcido. Lo hace, sin que su propósito central sea hacer reír (de hecho, no podría decirse que es un film ligero), sino que apela a cierta sarcástica belleza.
Todo en Más dura será la caída, es un equilibrio ponderado y bien pensado acerca de la violencia, la venganza y la brutalidad del desenfreno. Pero también, es una mirada a cierto tipo de cine que a la distancia — y en especial, después de la pandemia — parece haber caído en el olvido. Un cine de ritmo mesurado, inteligente y que apela al espectador. Uno pensado para la pantalla grande y para el disfrute de la experiencia cinematográfica.
Por supuesto, Más dura será la caída, también es una película que depende de su elenco. Uno brillante y que asume el reto de representar viejas leyendas del oeste con una desenvoltura inteligente. Jonathan Majors, Idris Elba, Regina King y Zazie Beetz crean quizás uno de los cuartetos con mayor química del año. También, varios de los personajes más curiosos en un Western que se sostiene en esencia, de su capacidad para asombrar. El director, obsesionado con las percepciones sobre el tiempo, el dolor y la historia personal, relata una historia en dos direcciones. Lo logra, construyendo varias líneas narrativas paralelas que van y vienen en ingeniosos flashbacks que brinda una inusitada vitalidad a la acción.
Para cuando el segundo tramo de Más dura será la caída comienza, hay algo: la violencia estallará con la medida malevolencia de Leone. O incluso, con la meditada crueldad con Eastwood relató el dolor de sus personajes en Unforgiven. Pero algo si queda claro: hay un trayecto elemental y concienzudo en la forma en que la película muestra sus secretos y peculiaridades. Sus pequeños misterios crean una especie de red que sostiene su atmósfera. Y ese es uno de sus mayores logros.
Una historia de venganza a la puesta de sol
Nat Love (Majors), tiene una desgraciada historia familiar a cuestas. Fue el testigo de la muerte de sus padres a mano de un desalmado Rufus Buck (Idris Elba). Como si eso no fuera suficiente — y siguiendo las viejas épicas italianas de revanchas — también marca al por entonces Nat Love niño, con una cicatriz. Toda la secuencia es de una espeluznante precisión: Samuel utiliza la cámara como un observador neutro.
Lo hace además, para que el miedo de Nat Love sea tan palpable como implacable. La capacidad del director para utilizar la música y el ritmo de la película para apuntalar la agresión, es notable. Mucho más, a medida que el guion permite a la historia avanzar hacia lugares desconocidos. El pequeño traumatizado y herido, es también un símbolo. Uno potente y doloroso que está a punto de convertirse en algo más.
Una vez adulto, Nat Love se convierte en un pistolero de cuidado y también un hombre con un propósito. Pero el director y guionista, en lugar de crear la condición que la venganza es inevitable y también, será apoteósica, plantea una disyuntiva. Nat es también un forajido, tan o peor de lo que fue Rufus. Lo es en la medida en que su deseo de venganza se convierte en el motivo de todo lo que hará antes y después. ¿Es suficiente semejante impulso para que Nat pueda concluir una larga historia desgraciada? La película no se lo pregunta, pero deja que su personaje sea tan dual y tridimensional como para abarcar la premisa.
Y mientras Nat va en busca de Rufus, la película muestra el músculo de lo mejor del cine de Western convertido en un espectáculo. Tal vez lo más notorio de Más dura será la caída, es su ambiciosa concepción del cine como un espectáculo gigantesco. Mientras el drama se desarrolla en segundo plano, el film muestra toda una colección de acrobacias y piruetas pintorescas filmadas con habilidad. Samuel tiene la indudable capacidad de subvertir la idea general sobre lo que es — o no — una propuesta en apariencia concreta, en algo distinto.
Lo logra a base de convertir la película en una combinación de secuencias alternativas que elaboran una idea espejo. Muestra lo que ocurre con Nat y también con Rufus. También, las tropelías Trudy (Regina King), la cómplice más cercana de Rufus y una villana de cuidado. Samuel se las arregla para utilizar algunos recursos de aire contemporáneo sobre un lienzo tradicional. El resultado es una película que, aunque podría parecer confusa o al menos desconcertar por sus ideas experimentales, sorprende y emociona. Más dura será la caída, es un insistente recordatorio que el cine es un terreno para la osadía. Y que incluso los géneros más tradicionales, pueden admitir nuevos lenguajes, ritmos y una aproximación distinta a las habituales.
Al final, las grandes revelaciones
Más dura es será la caída no comete el error de tomarse en serio. O si lo hace, procura que esa solemnidad se rompa de inmediato con recursos que ponen en relieve el aire subversivo que la caracteriza. Desde la forma de ocultar la identidad de uno de sus personajes, hasta su gran aparición final. La película es un recorrido extravagante y audaz, por una forma de narrar el cine que puede resultar incómoda, pero al final triunfa en su ingenio.
Con sus personajes llenos de matices, su apartado visual emocionante, pero en especial, su gran capacidad para desconcertar, Más dura será la caída es un cúmulo. También es un riesgo calculado que pudo haber construido una historia extravagante y sin alicientes. Pero Samuel tiene la habilidad de crear algo nuevo. Hacerlo, además, consistente y significativo. El gran logro de una película de inesperada originalidad.