«Moral» es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras «morales» que tienen personas diferentes. (Ética para Amador. Fernando Savater)
Si hay una ciudad que siempre quise conocer, esa es New York. La he visitado en tres ocasiones, aunque en realidad lo que conozco es Manhattan y Brooklyn más o menos.
La fascinación que New York ejerce desde el siglo XIX o incluso antes sobre toda la humanidad puede decirse que es producto de un excelente marketing pero es necesario y justo reconocer la gran personalidad que tiene la ciudad como muy pocas en el planeta.
New York ha pasado por momentos muy difíciles a lo largo de su historia y ahora está en uno de ellos.
Siendo la ciudad más grande y poblada de Estados Unidos a lo largo del tiempo ha acogido a millones de inmigrantes de todos los rincones del planeta de la más diversa índole, lo que le ha generado grandes beneficios pero también grandes dificultades. Sin embargo New York siempre ha salido adelante, ha logrado integración y pluralidad cultural gracias a que cada uno de esos grupos sociales ha sabido entender sus problemas, buscar soluciones, luchar por sus derechos reconociendo y respetando la libertad de todos los que en esa enorme ciudad han vivido.
La ciudad está conformada por cinco distritos, en inglés llamados boroughs, estos son: Manhattan el más famoso, Brooklyn el de mayor población, El Bronx – enclave del rap, Queens con los dos aeropuertos principales LaGuardia el más viejo que compite con JFK el más fashion y Staten Island con su contradicción entra la basura y la naturaleza.
La enorme cantidad de actividades que se pueden hacer en New York es tal que se me hace imposible saber cuantos años me tomaría hacerlas todas. Hay que escoger y tener la esperanza de que se va a visitar la ciudad varias veces.
Lo que más conozco al igual que la mayoría de los turistas es Manhattan y eso no es poca cosa, ahí uno está en la isla de los rascacielos que compiten por hacerse notar. Uno de los lugares más densos del planeta ha logrado, a mi parecer, la proeza de construir el desarrollo urbano más impresionantes alcanzados por la humanidad, tanto por su densidad como por su tecnología pero sobre todo por la capacidad de que una población tan diversa se sienta neoyorquina.
New York ha sufrido por la guerra de independencia, la guerra civil, la guerra de pandillas, las mafias, varias depresiones económicas, inundaciones, ataques terroristas, así como a lo largo del tiempo han recibido olas de inmigrantes que llegan a la ciudad en busca de oportunidades y terminan formando parte de ella.
La inmigración es un proceso difícil, cada persona que emigra tiene ideas distintas de lo que quiere y de lo está dispuesta a hacer para adaptarse, por otro lado cada lugar tiene sus reglas, sus procesos de orden que van más allá de las leyes escritas. Es la idiosincrasia social que hay que ir conociendo poco a poco y eso parece que es algo que las recientes oleadas de inmigrantes no parecen entender.
La primera vez que estuve en New York iba a estudiar, las primeras semana me quedé en un hotel de la YMCA que es más bien un hostal con habitaciones de camas compartidas y los baños son comunes, lo que no es precisamente muy cómodo para alguien introvertida como yo, pero es un sitio para estudiantes y profesores por lo que el ambiente resultó agradable, además tenían una cafetería con un menú variado, sabroso y a buenos precios. No recuerdo exactamente la dirección pero si que en una de mis primeras salidas a conocer Manhattan me encontré con el Chrysler, el edificio más bonito que he visto en mi vida. También estaba cerca el Centro de las Naciones Unidas que en los años 90 del siglo XX era un poco más respetable que ahora a mi parecer y por supuesto el Central Park, ese parque rectangular enorme y abierto que es el corazón de Manhattan.
La segunda y la tercera vez que visité New York me quedé en Brooklyn en casa de amigos, lo que me resultó mucho más acogedor porque siempre con amigos viajar es mejor.
En una ciudad tan estructurada como New York hay que planificar las actividades pero también hay que dejarse sorprender por situaciones inesperadas y disfrutar del gran aprendizaje que se obtiene del choque cultural con un ambiente que nos resulta tan familiar, pero que a la vez es muy diferente.
Así me dediqué a conocer un poco de ese Manhattan que tanto tiene para ofrecer al visitante, desde el museo Metropolitano, el museo Solomon Guggenheim, el edificio Flatiron, la Estatua de la Libertad, el MoMA, la biblioteca y museo Morgan que tiene un espacio de transición diseñado por Renzo Piano que todo arquitecto debería visitar, es una caja de luz donde la sensación de transparencia y volatilidad contrasta con los viejos edificios convirtiéndose en el protagonista contemporáneo del conjunto. Además hay en esta biblioteca – museo unos documentos que pocas oportunidades tiene uno de ver como partituras de Mozart o Chopin, también vi unos dibujos de Durero que me resultaron conmovedores.
Otra actividad que tuve la suerte de hacer en Manhattan fue visitar joyerías y lo digo porque esa actividad tan poco ortodoxa no deja de estar relacionada con el arte, en la 5ta avenida las joyerías se suceden una tras otra y si te interesa puedes solicitar el montaje de una piedra (preciosa preferiblemente) en especial, es una experiencia distinta siempre que se tenga el dinero para ello.
En cuanto a lo académico New York tiene instituciones excelentes, la más conocida es la universidad de Columbia que es privada, también está la universidad de New York, la universidad de Cornell en la isla Roosevelt y en Brooklyn el instituto Pratt.
La primera vez que me quedé en Brooklyn llevaba la dirección de donde tenía que llegar anotada en letra de imprenta, así que tome un taxi desde el aeropuerto y traté de decir la dirección en el tono más neutro que pude, hasta que me di cuenta que el chofer era extranjero de la India, este hindú no me entendía nada así que le di el papel con la dirección escrita hasta que vi que lo ponía al derecho y al revés sin lograr entender nada, en ese momento me pregunté para donde iba yo con este señor, hasta que llamó a alguien, me pasó el teléfono y yo en mi media lengua de inglés di la dirección y el que estaba al otro lado del teléfono le explicó al chofer… finalmente llegué a donde iba ya entrada la noche.
En otro momento conversaba con una estudiante que era neoyorkina pero de familia latina y hablaba un poco de español, ella mezclaba palabras entre el ingles y el español en su discurso lo que resultaba en un sinsentido muy gracioso y así va uno por New York intercambiando información con gente de todos lados, los asiáticos van de modositos y son unos aviones como me decía un brasilero, los locales neoyorkinos son más serios y en aquel momento de mi primer viaje fueron muy atentos y considerados, recuerdo un par de señores mayores, uno que en la lavandería automática me pidió algo de detergente, se lo di sin problemas e insistió en pagarme diciéndome eso era lo correcto, tú eres estudiante me dijo y debes cuidar tus recursos, ahora lo entiendo pero en ese momento me pareció una exageración. La otra situación fue con una señora que me ayudó con la dirección que buscaba, me explicó como se desarrollaba Manhattan en ese momento y porque podía ir por unas zonas y por otras no.
Todo esto lo traigo a colación por la compleja situación que vive New York en estos momentos debido entre otras cosas a la secuela de la pandemia que dejó el covid hundiendo a la ciudad en una crisis sanitaria que siguió hacia una crisis económica y a una crisis de vivienda.
Un coctel perfecto que remató con la llegada de miles de latinoamericanos que buscan asilo, son la mayoría de ellos pobres, gente sin recursos que han llegado en peregrinación desde Venezuela, Colombia, Ecuador, Honduras, Haití e incluso México que se vanagloria de parar esta emigración. El alcalde de New York, Eric Adams, advertía que la ciudad se enfrenta a un colapso general producto de alrededor de cien mil indigentes – inmigrantes que se mantienen en las calles, sin vivienda y sin trabajo.
Entrando en este tema de los valores es comprensible que los neoyorquinos de vieja data con cualquier origen étnico, se sientan agredidos por la invasión de extranjeros recién llegados que toman las calles, ensucian, piden limosna, roban y molestan con conductas ajenas a las tradiciones y reglas de ciudadanos neoyorquinos que cumplen con sus deberes, trabajan honradamente, pagan sus impuestos y quieren que se respeten y mantengan sus derechos, pero una ciudad con una diversidad cultural tan importante tiene que revisar otros aspectos que en este momento la afectan y que desde mi opinión tienen más que ver con la política general de Estados Unidos y su incapacidad de encontrar representantes políticos que desde una posición ética hagan su trabajo.
Fernando Savater ese profesor de filosofía y escritor que acaban de despedir de El País después de 47 años de trabajo ininterrumpido por tener conciencia, mostrarla y negarse a ser moralmente imbécil da ciertas claves o posibilidades que tanto los neoyorquinos rancios como los recién llegados, los políticos y los ciudadanos de a pie, los intelectuales, los artistas, los obreros, en fin todos los que se encuentran en esa maravillosa ciudad van a encontrar, más allá de que en estos momentos estén abatidos, molestos o desesperados.
Unos y otros comprenderán que ciertos comportamiento convienen y otros no, que eso va mas allá de las leyes escritas que son generalidades y también más allá de las normas sociales acuñadas o de los pareceres individuales porque si la ética es la interpretación analítica de la moral, esta situación que viven ahora en New York tendrá que pasar por entender que todos los involucrados van a tener que ponerse en los pies del otro y hacer un esfuerzo por ser objetivos para comprender la situación e inventar una solución que ahora no tienen.
Espero regresar pronto a New York, recorrer de nuevo sus calles, visitar Broadway, la Zona Cero, el Central Park, el MoMA, el High Line, ver la estatua de la Libertad y tantos otros espacios maravillosos.
Quiero cerrar este pequeño homenaje a New York con una frase de Savater porque creo que su sabiduría resume mi esperanza con respecto a lo que terminarán entendiendo sus habitantes.
Los neoyorquinos han demostrado a lo largo del tiempo que son empáticos y solidarios, no dudo que lo van a seguir siendo.
¨La ética consiste en apostar a favor de que la vida vale la pena, ya que hasta las penas de la vida valen la pena¨
(Ética para Amador. Fernando Savater)
La imagen de la portada de New York es de Sean Pavonne, usada con licencia de Envato Elements.