Abres Facebook para publicar una foto de tu gato y de repente te aparece, a un lado, un aviso de ese Apple Watch, o bicicleta, o guitarra eléctrica, o lo que sea que estuviste media hora revisando en un sitio web hace unos días.
“Me están espiando” es lo primero que se te viene a la mente, desenchufas el Amazon Echo, (o Alexa, como le digo yo), miras con recelo a Siri (al teléfono, pero pensando en que Siri te está viendo), y haces “pruebas” con la aplicación de chat del teléfono, a ver si es “por allí que te están espiando”.
Pero resulta que es el remarketing. El famoso remarketing…¿o no es tan famoso?
La definición más o menos técnica del remarketing (o retargeting, como le dicen los amigos), es crear campañas de anuncios personalizadas para esos usuarios que han visitado alguna vez sitio web o alguna de tus “propiedades” en redes sociales.
El concepto básico del remarketing es llegar a personas que de alguna forma ya conocen tu marca o tus productos y tienen parte del camino recorrido para llegar a la compra. Se trata de crear varios impactos cada vez más personalizados, animando al usuario a avanzar por el llamado “embudo de conversión”.
El proceso se resume en tres pasos:
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- El usuario visita nuestro sitio web o consume digitalmente un contenido de nuestra marca.
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- En esa visita, el navegador de dicho usuario hace que se “dispare” un pixel, que lo añade a una lista de remarketing cuyos parámetros hemos definido previamente (“persona de 18 a 24 años que están interesados en computadoras”, por ejemplo)
- Se realiza una campaña de anuncios orientados a esa lista, personalizados, que solo podrán ver los usuarios que forman parte de ella (por ejemplo, para mostrarles un producto, información o servicio relacionado con que sean “personas de 18 a 24 años que están interesados en computadoras”).
El remarketing es básicamente saber insistir, porque sabes a quien le vas a insistir (está interesado porque ya vió el contenido), cuándo insistirle (los avisos no salen apenas te vas del sitio web, se toman unos días, semanas en aparecer), y cuándo dejar de insistir (dejan de aparecen a los 60, 90 días, no es que te persiguen para toda la vida).
Y cuan lejos se puede llegar si se sabe insistir 😉