En The Offer, la desastrosa producción de la clásica película El Padrino de Francis Ford Coppola es una excusa para analizar el negocio del cine. Pero también, es una curiosa e ingeniosa premisa acerca de lo cinematográfico como un negocio. Uno, no siempre redituable, mucho menos valioso al nivel artístico, pero sí, un símbolo de ambición.
En la serie de The Offer, la producción de la mítica película El Padrino de Francis Ford Coppola, es un trayecto a través de lo peor y mejor de Hollywood. La serie, toma la ingeniosa decisión de mirar detrás del hito cinematográfico y desmenuzarlo en sus partes constitutivas. El resultado es la curiosa experiencia de mirar al cine detrás de bambalinas. O mejor dicho, de analizar qué hace que el mundo del séptimo arte pueda funcionar.
Pero si en otras tantas películas y series hay algo de negocio de ensueño y proyecto creativo a gran escala, en The Offer, todo es mucho más mundano. Porque en realidad, la producción de El Padrino fue una épica a todos los pequeños desastres. Una rara mezcla entre el fracaso, las apuestas altas y los posibles fracasos. Todo también, con la posibilidad de un considerable éxito a futuro.
De hecho, la serie se esfuerza lo suficiente para dejar claro el punto en particular. Llevar El Padrino al cine, fue un riesgo. Uno que pudo salir lo bastante mal como para llevarse consigo al foso del caos financiero y artístico a los involucrados. De modo que The Offer dedica una buena cantidad de tiempo a mostrar cómo se construye un éxito real en Hollywood. O mejor dicho, cómo se puede enfrentar el cinismo circunstancial que lleva aparejado el cálculo del fracaso en una obra artística. Para bien o para mal, Hollywood es un gran negocio. Y la premisa de la serie juega con esa percepción descarnada. El Padrino, la obra cinematográfica convertida en mito del cine, pasa por la línea de convertir una idea en un suceso rentable. También, en una propuesta artística.
Pero The Offer es lo suficientemente cínica para analizar la cuestión básica sobre la identidad del cine como industria. La serie comienza anunciando que su premisa se basa en todo el recorrido del productor Albert Ruddy para llevar El Padrino a la pantalla. Y lo hace, para dejar claro, que la historia no es un homenaje al esfuerzo, sino una exploración de la astucia. Ruddy, conocido por vencer la resistencia de estudios e inversionistas para llevar la obra de Mario Puzo al cine, es un hombre osado. O al menos, la serie lo presenta como tal. Y Desde esa osadía — “quiero una obra de arte que permita ganar dinero” dice su personaje, interpretado por Miles Teller — The Offer hilvana una promesa. Las cosas pueden salir mal, pero incluso en el fracaso, la experiencia será memorable.
El recorrido de una historia pequeña a la gran pantalla
El duro y complicado recorrido de El Padrino a las salas de cine ya forma parte de los grandes mitos de Hollywood. Desde la batalla de los productores por crear una obra violenta y taquillera, hasta las aspiraciones autorales de Coppola. Nada en el camino de El Padrino a convertirse en una producción cinematográfica fue sencillo. The Offer reproduce ese largo trayecto enfocándose en Ruddy como un visionario — y en ocasiones, exagera en hacerlo — que tenía un tesoro entre las manos. O al menos, esa la insistente impresión que el personaje deja en su vertiginoso camino a la fama. El Padrino es una opción, un proyecto, una mirada nueva al cine de violencia. También, es la posibilidad para el equipo detrás de cámara de abandonar el anonimato.
Pero hay un problema. Para el resto de Hollywood las cosas no están tan claras. Y mientras la incredulidad parece el enemigo a vencer, The Offer se convierte en una radiografía de los incontables trucos que lleva a cabo Ruddy para triunfar. Hay un enorme interés por mostrar que Hollywood es un negocio que se analiza como el negocio. Pero que también, persiste en el ámbito artístico. Inconformista e incómodo, Ruddy quiere unir ambas cosas a la vez, en una época en que el cine comenzaba a cambiar de producto a producción. ¿Qué lugar podría ocupar la épica de una familia criminal Siciliana con un reparto de estrellas?
La serie dedica tiempo, interés y una buena cantidad de esfuerzo a dejar claro que toda la batalla de Ruddy valió la pena. La serie muestra la selección de elenco — largo, complejo y complicado — y además, las esperanzas puestas sobre El Padrino. Después de todo, se trataba de la película que podría salvar — o no — a una Paramount moribunda. También, que podría encumbrar o destruir carreras. Así que buena parte de la serie, tiene la urgencia de un proyecto al borde de un éxito rutilante o un fracaso notorio.
Muchas de las mejores partes de The Offer es su condición de temible dicotomía del misterio del cine. “Esto es un negocio y debe dar dinero” deja escapar más de un personaje, mientras Ruddy lucha como puede para elevar el cine a obra autoral. Pueden parecer conceptos complejos, pero en realidad, hay una considerable cualidad del guion, para profundizar en ellos con soltura.
Desde la aparición del mítico Charles Bludhorn (interpretado por Burn Gorman) y el díscolo Robert Evans (Matthew Goode), la percepción de lo cinematográfico conveniente asombra. El Padrino pudo haber sido un proyecto inacabado, incompleto y The Offer deja claro que solo la persistencia de Ruddy le salvó del olvido. ¿Complacencia, siendo el productor real uno de los ejecutivos de la serie? No tanto, cuando se analiza lo complicado que fue que el Hollywood de los sesenta apostara a una novela local y extraña de un autor prácticamente desconocido.
Y el triunfo llega
The Offer es un homenaje, pero no deja claro para quien. ¿Para El Padrino, como ente cinematográfico? ¿para Ruddy, como figura controversial en la Industria? La historia no lo aclara — mucho menos desea hacerlo — pero lo que si puntualiza es lo imprescindible. Por cada obra en pantalla, hay una batalla silenciosa librándose a la periferia.
Por cada película histórica, hay un grupo de héroes con los bolsillos llenos de billetes, que celebran y se vanaglorian. ¿Qué tan malo es eso? En realidad, la gran pregunta es otra ¿qué tan inusual es algo semejante? The offer, con una extraña y condensada percepción de la codicia, no responde ni una cosa ni la otra.